domingo, 24 de febrero de 2008

Mamá, háblame de la guerra.



Caen las bombas sobre Málaga. El “zapatones”, como los malagueños conocían al hidroavión de los nacionales, visita cada mañana la ciudad adormecida, con su carga mortífera, destruyendo fábricas y almacenes, pero sin temor a bombardear a la población civil, matando a miles de inocentes. Lo hace a la salida del sol, cuando la luz cegadora impide hacer puntería a las baterías antiaéreas.

Nadie imagina el dolor y sufrimiento que causa una guerra, hasta que la padece en persona o en sus seres queridos. En este caso mis padres, antes de que yo naciera, pasaron los peores años de su vida durante la guerra civil española iniciada en 1936.

Cuando se inició la contienda mi madre tenía 5 años y mi padre 6 años. Muchos niños como ellos murieron en esa guerra. Ellos tuvieron la suerte de sobrevivir, y gracias a esto muchos años después pude enterarme del horror de aquellos tiempos de labios de mi madre. Desde que tengo conciencia de mis recuerdos, ya muy pequeño, me sentaba junto a ella, o en sus brazos, y dejaba que me relatara sus experiencias de aquellos años, preguntando sin parar sobre cada detalle.

Lo curioso es que empezó como una especie de juego, que con el paso de los años fue dejando su poso de amargura, de pena por el sufrimiento innecesario de tantos inocentes, a medida que iba tomando conciencia de la realidad de aquellas fábulas. Ella siempre intentaba contar su historia con toques de humor y anécdotas divertidas, como si todo lo vivido fuera una aventura extraordinaria. Supongo que le daba miedo transmitir el horror que se traslucía de sus palabras.

Así, en mi cerebro de niño, yo iba imaginando los bombardeos, los fusilamientos, el exilio, la represión, a partir de breves pinceladas que conseguía de aquí y de allá, contadas por testigos tan cercanos como mis padres o mis tíos. Por supuesto, nada de lo que me contaban estaba en los libros de texto ni se enseñaba en ningún colegio, y quizás se pierda para siempre en el olvido a medida que ellos vayan desapareciendo.

Lo más probable es que la realidad fuera más terrible, ya que los años y la memoria suelen suavizar los hechos, amortiguar el dolor del recuerdo. Ahora me doy cuenta que para mi madre hablarme de sus experiencias suponía una especie de terapia, una forma de liberarse de ese dolor que seguro sigue grabado en ella tantos años después.

Ver: Recuperación de la Memoria Histórica.
Ver: Testimonios.

El buque canarias, responsable de los bombardeos sobre Málaga.

Shock 3.Guión para un cómic SF.

Shock 3

Madera es mi nombre, contestó al operario. El hombre asintió. Era un nombre clave, por supuesto, y sólo un iniciado podía llevarlo; ningún pagano podría robar esa denominación de esencia y hacerse apodar con ella. Así pues, León era libre para usar su tarjeta por primera vez. La Delegación de la Intendencia Universal había tenido la gentileza de otorgarle salida por una de sus puertas. Estaba ante ella y era realmente enorme; semejaba el pórtico de una pagoda. La jamba derecha tenía una ranura parpadeante donde pensó debía insertarse el card. Pero no sabía si quería traspasar el umbral. No estaba seguro de adonde quería ir. Sabía que debía ir, pero no por qué, y él quería cuestionárselo.

Finalmente, metió la tarjeta y marcó su destino: Urbe, la decadente ciudad; uno de los planos yacentes. Pertenecía a la facción cristiana y estaba a dos niveles por debajo de Futurama. Sería una terrible descensión y León las bajadas profundas le daban náuseas. La puerta dejó caer el oportuno aviso encíclico sobre el lugar al que se dirigía o supuestamente iba a visitar, pero por supuesto le dejo partir. Según la Ley Universal de Ciudades Yacentes tenía todo el derecho a hacerlo. Poco después se encontró vomitando sobre un suelo irregularmente pavimentado, aunque se tratase de una holovía. Consiguió levantarse y se encontró con el reverso de la moneda: la puerta que le había dejado allí mostraba por este lado una imitación metálica de algún pórtico de catedral: así se cambiaba de mundo y de creencias en el universo que le había tocado vivir. Pero él no era cristiano y no sabía qué demonios hacía allí. Ahora lo sabía menos que antes y por otra parte tenía una extraña sensación; una parte inconsciente de su ser parecía estar advirtiéndole de alguna amenaza. Quizás sólo estuviera demasiado sensible o susceptible después de la repulsiva bajada. Detestaba por otra parte ese mundo; las veces que lo había visitado movido por una inquisitiva obligación le había parecido demasiado variopinto y desmadejado, irregular, como si en la denominación de cristiano entrara casi todo. Estaba demasiado acostumbrado a lo excesivamente parejo y pulcro de su fanático mundo.


Cuántos mundos podía haber en una sola ciudad. Recordaba como su abuelo le contaba historias de un pasado legendario, donde los hombres que no fueron expulsados dejaron las inmensidades para refugiarse en una sola ciudad. Entonces, solía relatarle él con su voz sedosa pero grave, todos vivíamos juntos, atrapados pero juntos. Me hubiera gustado vivir en esa época, abuelo, solía responder él lleno de entusiasmo y de sueños.

Ahora miraba su época y los insólitos edificios de la ciudad con ojos de adulto, con una mirada escéptica, fruto del nihilismo del Capitalismo Zen. Urbe le resultaba ahora aún más repulsiva, y ni siquiera había embajadores para recibir a los que atravesaban la puerta de entrada. Posiblemente todavía estaba mareado, pero nunca se había sentido así. Con la mentalidad pragmática propia de su raza, se propuso encontrar el foco del malestar. Había heredado de sus antepasados, los fundadores de la Medina interior, cierto tesón y una habilidad especial por simplificar las cosas hasta llegar a su raíz, lo que era de gran ayuda a la hora de enfrentarse a problemas. Quizás estaba enfermo y no lo sabía. No sería de extrañar: en su búsqueda había recorrido demasiados lugares fríos y la pobreza le había obligado a dormir a la intemperie en más de una ocasión. Con los créditos de la ciudad zen no ocurriría de nuevo. Podría dormir en hoteles de lujo, si es que tal cosa podía haber en este apartado y patético mundo.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El Lamento del Vampiro.

"Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos."

Leopoldo María Panero.
"Last night together"1980

Más poemas de Panero.

martes, 19 de febrero de 2008

Shock 2.Guión para un cómic.

Otra entrega del guión para un cómic SF de José Leandro.


Shock 2

No sabía que hacía allí, sentado (si así podía llamarse) en aquel extraño sillón. Quizás le habían sedado. Era como cuando te despiertas después de un sueño que ha sido tan rápido, que estás convencido de que no has dormido.

Cuando por fin la cabeza comenzó a despejarse, lo notó. Sabía que tenía algo dentro de su cerebro. Y sintió un dolor desgarrador a pesar de la anestesia previa y del sedante que le habían inoculado después del implante. Sin embargo, el dolor parecía ser una ilusión porque pasó pronto. Quizás el dolor era su vieja conciencia que se revelaba ante las nuevas ideas. Una última resistencia antes de que la nueva fe le impregnase puercamente todo el cerebro. Debía ser así, porque pronto una nueva forma de pensar invadió todo su ser, una nueva forma de mirar la vida. Entonces lo recordó todo. Cuando la minúscula gota de sangre de su dedo cayó en la banda magnética del card sanitario, perdió el conocimiento. Recordaba nebulosamente una confusa pesadilla de dolor que debía corresponder al momento en que le implantaron el parásito. Luego, todavía aletargado por los efectos secundarios de la anestesia digital, había asistido a una sesión espiritual. Le habían dado un sedante para evitar que se despertara. Creía recordar haber asistido a una especie de discurso donde apenas entendía nada, algo sobre las bondades de la nueva fe y las precauciones que debía tomar en las Ciudades Yacentes, es decir; las otras partes o planos urbanos donde no se adoraba al Dios de Futurama. Estaba como ebrio mientras escuchaba todo eso, y no entendía nada de nada, pero bastaba que sus ojos estuvieran abiertos para que la información se transmitiera hasta la célula que le habían insertado en la cabeza. Había otros sistemas de conexión feérica, como se llamaba a las transmisiones electrónicas de fe, pero eran inconcebiblemente dolorosos.

¿Pero ahora donde estaba? Se movió hacia un lado con evidente torpeza y notó que algo le tiraba de la cabeza. Probablemente su lección no había terminado. En ese momento una voz le despertó. Era el delegado.

-Calma, calma. Todavía está muy débil, pero le estamos administrando algunos vigorizantes. Debo decirle que me sorprende verle despierto tan pronto, a la mayoría le quedan unas secuelas bastante dolorosas

Leon le contestó con un intrincado koan. Quería decir que creía estar listo. El estadista sonrió al percibir como las enseñanzas de la fe habían cuajado en su mente.

-Nadie lo duda ya. Pero ahora debemos retenerle por cuestiones de salud. Al menos durante un día. Esta es su tarjeta personal –le extendió un card que León cogió con mano temblorosa-. En gratitud por haber abrazado la Verdad, yo mismo le acompañaré a la Puerta

-¿Voy a poder usar una puerta gubernamental? –el ex-musulmán no cabía en sí de gozo.

-Por supuesto. Sus días de peatón se han terminado. Aunque imagino que en determinadas ocasiones, y teniendo en cuenta su objetivo, no habrá más remedio que adentrarse en lugares cerrados donde de nada le valdrá su tarjeta de paso

-No recuerdo cual era mi objetivo

-No se preocupe, lo recordará más tarde. Todavía está confuso

El funcionario no cabía en sí de gozo. ¿Es posible que lo hubiera olvidado? De ser así, él mismo haría por aprovechar las circunstancias y plantear un nuevo objetivo. Se preguntaba si quedaría algo en él, alguna reminiscencia religiosa en su cerebro de infiel. A simple vista no lo parecía, se dijo satisfecho. Pero se equivocaba. Una pequeña parcela de la mente del árabe todavía seguía siendo fiel a los preceptos del Corán. Quizás su vida anterior quedase encerrada y olvidada dentro de una sola neurona dormida, pero la convicción de León podría llegar muy lejos y era posible, muy posible, que tarde o temprana, su fe regresara. Regresara. El parásito la aplastaría, pero puede que no la venciera por completo.

En cierto modo la determinación que le había llevado a aquella principal oficina del G.I.U. podría hacer por sacarlo de la opresión del parásito. Antes de ser operado había pensado en solicitar la ayuda del Gran Ulema para librarle de aquella cosa, pero ahora no recordaba nada de ello. Sin embargo ciertos vagos recuerdos de diván, de dulces perfumes, de suavidad y caricias, comenzaron a despertar en su mente.

Entonces fue cuando ocurrió. Un terrible dolor le atenazó las sienes. Cerró los ojos y la oscuridad se hizo en su interior, pero unos chispazos y ráfagas de luz iluminaron su vista. El daño aumentó; parecía que se hubiera cogido la cabeza entre los topes de dos vagones. Iba a preguntar el por qué de ese dolor, pero guardó silencio. Lo imaginaba. El intruso estaba luchando contra aquellos recuerdos. Sus gritos atrajeron al diácono, que hizo una mueca que podía haber sido una sonrisa. Parecía entender que estaba ocurriendo.

-Mírame –le ordenó. Cuando León lo hizo el hombre puso un extraño objeto lenticular ante sus objetos-. ¿Dónde estás?

-Estoy… en la Intendencia Universal

-¿Dónde se encuentra?

-Dios mío, me duele -se quejó.

-Dios no existe

-Dios no existe. Estoy… estoy en la Nueva Ciudad… el alumno preguntó: maestro, porqué ponemos el Día del Sol la moneda de oro en el tejado del Dojo. El maestro le dejó colgando de una sola mano de la rama del árbol que crece al borde del abismo bajo el cual se fundó la primera ciudad…

-¿Y así?

-Y así se demuestra la enseñanza del Buda

-¿Dónde está el Buda?

-En este koan es la efigie de la moneda de oro

-Fantástico. ¿Te duele la cabeza?

No contestó. Pero milagrosamente el dolor había pasado. El intruso había imperado. Casi se alegraba, porque otra punzada más y hubiera perdido el conocimiento. Con el tiempo, pensó su reminiscencia, aprenderé a engañarle.

-¿Cómo te llamas? –preguntó ahora el diácono.



José L. Ayllón


domingo, 17 de febrero de 2008

Conversaciones privadas en lugares públicos.

















Película de Alain Resnais en el Cine Alameda, Málaga. Es una historia coral muy interesante, llena de emoción, en realidad se titula "Coeurs" (2006), una pena que no fuera en versión original.

Resnais esta considerado, junto con Chabrol, Godard, Truffaut y Eric Rohmer, entre otros, fundador e integrante del movimiento llamado Nouvelle Vague.

Impresionante reparto, están magníficos sobre todo Sabine Azéma, en su papel de ultracatólica un tanto psicótica, y Lambert Wilson, un autodestructivo militar expulsado del ejercito por oscuras razones.














sábado, 16 de febrero de 2008

Me he salvado.

OH DIOS

Me he salvado de muchos accidentes,
me he salvado de muchas enfermedades
¿Por qué? ¿Por qué?
Oh Dios, tengo tanto miedo de esta pregunta
como de la enfermedad y de los accidentes.

José L. Ayllón
de su libro de poemas "Meteora"








miércoles, 13 de febrero de 2008

Shock 1, José Leandro Ayllón

José Leandro me ha dado permiso para poner aquí fragmentos de su obra. Copio aquí el primer capítulo de un relato de ciencia-ficción inédito, de título Marina, y que en realidad está concebido como un guión para un cómic SF. Me gusta mucho, tiene un aire a Philip K. Dick, autor entre otros del famoso ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, en el que se basó Ridley Scott para su imprescindible película "Blade Runner".

Gracias, Ayllón!!


Shock 1

A regañadientes, mientras la secretaria forzaba con él para impedírselo, el nervioso individuo llegó hasta la puerta del delegado y consiguió abrirla. El alto funcionario hablaba en ese momento por teléfono, pero al verlo interrumpió la conversación. Otra vez tú, dijo resoplando. Pero realmente ya no se sorprendía. Era inútil sancionar o amenazar a aquel obstinado usuario, porque ya nada le daba miedo. Cómo podría castigarse a una persona que ya ha estado en el infierno. El hombre se arrodilló ante su escritorio. Ya no decía nada, sólo suplicaba en silencio. Está bien, dijo el delegado a la persona con quien se telefoneaba, te llamo luego. El desconocido se levantó y puso las manos en la mesa, y le dio las gracias en una fórmula árabe antigua. El estadista hizo un gesto con la mano, tal que si le llegara un fuerte olor.

-Déjate de agradecimientos, León, y menos en ese idioma

-Es mi lengua materna, señor, pero gracias de todas formas

-Pues aquí no hablamos así. Y déjate de dar las gracias. No te confíes tanto, sabes que tu solicitud no puede ser cursada. Te di todas las soluciones posibles. ¿Qué quieres ahora?

-He rastreado la Ciudad Cristiana, como usted me sugirió. He explorado incluso los callejones más oscuros y sucios. Y no la he encontrado. ¿Por qué alguien quiso hacer algo así?

-Quizás ella quiso huir… -comenzó a decir el hombre de la intendencia, pero al ver la furiosa mirada de Leandro se detuvo-. De todas formas, la facción urbana de la Cristiandad es enorme: varios siglos y ciudades la componen; es imposible que en tan poco tiempo la hayas rastreado. Te aconsejo que vayas al Campo de la Nada, durante la fiesta principal de su religión se reúnen allí para hacer celebraciones habitantes de todos los ciclos de su extraña fe

León inclinó la cabeza en señal de agradecimiento.

-Campo de la Nada… ¿Y dónde está?

-¿Crees que puedo saberlo? Si lo supiera sería un hereje, amigo mío, puesto que la verdadera fe no me permite saber nada de las religiones bárbaras. Debes tener cuidado con lo que dices. Si te doy estas informaciones es porque me corresponde como Delegado del Gran Intendente Universal

-Sé que mi petición debe cursarla el Emir en persona, responsable de la Medina, pero hasta ahora no ha encontrado nada. Gracias de nuevo

-Cálmate, no te acuso de haber puesto en las manos del G.I.U. este pequeño problema personal; los distintos senadores de las distintas urbes no tienen tanto poder ni dominan por completo el eje de la información como nuestro grande y munífico gobernador

-¿Qué debo hacer?

-Sigue buscando

-¡Como si no lo hiciera!

-Pero lo haces mal. Vas por ahí sin créditos ninguno. Tu búsqueda peatonal no tiene sentido, debes tener una tarjeta

-¡Una tarjeta! –exclama León arrodillándose- ¿Cómo podría conseguirla?

-La obtendrás gracias a la generosidad del gobernador. Yo personalmente te daré una. Tranquilo, no pongas esa cara; no te costará nada

En su desesperación, y llevado por la sencillez de su alma, León fue a recoger el pequeño objeto electrónico que el Delegado ostentaba entre sus dedos. El funcionario le miró como a un ladrón y retiró la mano.

-Cuando he dicho que no te costaría nada me refería al dinero. Pero todo tiene un precio. Si deseas una tarjeta deberás abrazar la nueva y verdadera fe

León volvió a derrumbarse. Su primera reacción habría sido echar a correr. Su mente no paraba de decirle: huye, huye. Sin embargo permanecía allí como congelado. Poco a poco fue estudiando el asunto y abriendo su cerebro a otras posibilidades, pero de todas formas, si finalmente aceptaba cómo podría presentarse, una vez que regresara a la medina interior, ante los jeques y sobre todo ante los alfaquíes. Sólo de pensarlo se le cortaba la digestión. Qué posibilidades podía haber para un musulmán que renegaba de su fe sino el exilio. ¿Y a dónde podría ir? Quizás donde los nasara, la facción cristiana, pero lo que había visto no le había gustado mucho; allí había demasiada miseria espiritual. No sabía si podría aguantar la tristeza de aquellos edificios ni la sobriedad de aquella existencia.

Futurama, la nueva ciudad, que en realidad no era otra cosa que la facción urbana del Capitalismo Zen, gobernaba a los otros complejos urbanos más antiguos, permitiendo que sus religiones no fueran condenadas por ilegítimas. Pero esa tolerancia religiosa, si bien oficial, a veces sólo se quedaba en el papel, y a veces se tomaban medidas coercitivas, lo que ocurría ciertamente últimamente con menos frecuencia. Obviamente, León no se imaginaba nunca viviendo en Futurama; prefería morir antes que vivir en la brillante ciudad zen.

-Acepto –dijo por fin.

-Estupendo. Llamaré al diácono para que ejerza el oficio de conversión

El delegado descolgó el teléfono y dijo una frase ininteligible. Quizás era una clave secreta. Poco después un hombre vestido de una túnica de satén que le llegaba hasta los pies, abrió la puerta del delegado sin pedir permiso. Sin duda debía ser un alto dignatario de la Nueva Fe. El sacerdote miró a León detenidamente y le hizo una seña extraña.

-No, no, querido diácono nuestro. No sabe ni los rudimentos de la Verdad. No es lo que se dice una conversión voluntaria

-Después de la ceremonia lo sabrás todo y la luz te bendecirá, no te preocupes –dijo el preste extrayendo un extraño aparato de un maletín negro.

León no estaba preocupado. Imaginaba qué iban a hacerle, pero ahora le daba igual qué sistema ideal, qué fe albergara su mente, porque jamás olvidaría lo que le había traído hasta aquí. Sólo un medio para hallar un fin. Seguiría intentándolo y tarde o temprano lo lograría. Entonces regresaría a la medina para recibir la bendición del Gran Ulema, que seguramente le libraría de aquel parásito que iban a introducir en su cerebro. Una cosa estaba clara para él y era incuestionable: no había sido una huida. Quienes le conocían lo sabían tan bien como él.

El diácono abrió una cremallera lateral del maletín y extrajo instrumental variado, pero entre tal había una tarjeta sanitaria. A pesar de los múltiples usos que pueda tener este tipo de dispositivo, imaginaba qué aplicación iban a usar. El musulmán comenzó a inquietarse. El delegado le indicó que se sentara. León le obedeció torpemente. Estuvo a punto de desmayarse cuando vio el pequeño objeto punzante. ¿Qué podía significar? Con la determinación de un carnicero, el preste agarró la mano del neófito y le punzó el dedo. León dio un pequeño respingo pero luego sonrió; había imaginado otra cosa. ¿Para qué necesitarán mi sangre? se preguntó cuando vio que aquella pequeña gota roja que emanaba su dedo la hacían depositar sobre la tarjeta sanitaria.

Sacaba beach-Málaga

martes, 12 de febrero de 2008

Instituto Cervantes Televisión, por internet.

Hoy, a las 19 horas, empieza a emitir la televisión del Instituto Cervantes, por internet. Buena noticia, una canal para la difusión de la cultura española , con ñ. A ver si nos ponemos Adsl...

domingo, 10 de febrero de 2008

Concierto Digital 21.














Noche del 9 de febrero 2008, concierto en el Centro Cultural Provincial de Digital 21
Es su cumpleaños y dice que ha pedido estar hoy en Málaga, su tierra natal, para celebrarlo con su familia y amigos.













Empieza con canciones lentas, con guitarra sola y algún efecto, incluso un sitar. En esta parte me ha recordado un poco al Tiersen en directo, cuando lo vimos en Granada en Industrial Copera., o un tanto a Dominic A. Pero luego se anima la cosa y empieza a meter ritmos. En los bises, me sorprende una buenísima versión del Creep de Radiohead.

Pongo aquí la versión, grabada en Barcelona.


sábado, 9 de febrero de 2008

La noche transfigurada. A. Schönberg.

Es una de las piezas más conocidas de Arnold Schönberg.
Obra de juventud de estilo post-romántico, se trata del sexteto de cuerda Verklärte Nacht (Noche Transfigurada) , compuesta en 1889.

Para oír o bajarte una muestra de la obra pincha en el link del título de esta entrada o aquí: OÍR MUESTRA.

Leer artículo.

sábado, 2 de febrero de 2008

Día en Granada.

Siempre es agradable volver a Granada. Hoy voy con José Leandro, que ha prometido llevarme a una de las pocas tiendas de vinilos que van quedando. Por supuesto, vamos de tapas, que es lo mejor que se puede hacer por esta tierra.














Las pastelerías del centro, muy tentadoras.














Empezamos por la tienda de discos, cerca de la Catedral, en calle San Jerónimo, 13 (reciclaje_granada@hotmail.com). Yo tenía ese libro de Tarzán de pequeño..que viejo soy!!

































Gracias por el regalo (vinilo de Japan en directo, uff)















Bodegas Castañeda, de las más antiguas de Granada.. Cerveza con tapa gratis.






















































La Brujidera, cientos de vinos a elegir. Al mediodía está tranquilo, ponen tapita gratis pero mejor pedir tabla de quesos o algo así (pagando, claro). Dejo propina y José Leandro me regaña, dice que aquí no es costumbre. Me cuenta que hace tiempo, si dejabas propina te acompañaban a la puerta en agradecimiento.










































Por fuera no pone nada de Brujidera, solo casa de vinos..lo suyo.





















Casa Julio, las mejores berenjenas fritas.



























Azulejos del año de maricastaña.














Todavía no habíamos bebido mucho...














En Casa de Todos pedimos bocadillo de habas con jamón..buenísimo.



























Hace un frío que pela, pero al sol no se está mal. Aquí acaba este día inolvidable.

PD: Mi hermano, a posteriori, me recomienda el Braserito, donde dice ponen un bacalao exquisito...para la próxima .-) (gracias, manolito, por el consejo).

Laboratorio.

Un bar-restaurante nuevo, en Plaza San Pedro de Alcántara, Málaga. Recomendables las cervezas belgas, como la Blanche de Bruges, o la Grimbergen, algo más fuerte. Mejor (y mucho más barato) para tapear en el salón de la entrada. De tapas hay mucha variedad, muy correctas la "frittata" con rúcola y queso, o la cebolla rellena gratinada. El servicio es bueno, el trato agradable. Ambiente de muchos extranjeros, gente joven y modernillos.
















































Mi padre tenía uno igual!! Renault 4, le llamaban el "cuatro lata" por lo delgado de la chapa.

jueves, 31 de enero de 2008

Tienda de disfraces.

Está en galerías Goya, merece la pena solo por el escaparate.

















































































El auténtico Chiquito deja su huella, como buen malagueño.

miércoles, 30 de enero de 2008

Berlín 1990.

Mi primer viaje al extranjero, mi primer vuelo en avión, mi primer trabajo. Reunión de trabajo en el Hotel Intercontinental de Berlín, de la zona "americana", como se decía entonces, aunque el muro ya había caído pocos meses antes. Recuerdo la excursión al "lado oriental" con especial desánimo, todo en ruinas, abandono, pobreza.












































Museo de Pérgamo.















Puerta de Brandemburgo.


































Palacio Sans Souci.







































Bueno, esto es el Reina Sofía por aquella época, que camino de Berlín pasamos una tarde en Madrid. Un apunte para Bk, he recuperado las fotos escaneando las hojas de contactos, otra opción para rescatar fotos viejunas sin mucho esfuerzo.

sábado, 26 de enero de 2008

Años 30.
















He rescatado fotos de mi padre, de los años 30, de cuando era pequeño. Son unos negativos del tamaño de una tarjeta de crédito o así, los he escaneado con el escaner normal, de documentos, y luego los he pasado a positivo. Imagino que con los negativos de color no será tan fácil.














Un barco de vapor!!

Instituto Gaona, Málaga.














Según parece es el más antiguo de Málaga, y después de la visita de esta tarde no me queda la menor duda. El conserje Cristobal nos enseña amablemente el edificio, muchas gracias!!
Es un convento filipense, fundado en 1846, y luego pasó a ser centro de enseñanza. Severo Ochoa y Picasso pasaron por sus aulas .
Impresionante el patio central, con sus columnas de marmol y blasones. Quedan restos de frescos decorativos un poco deteriorados. Todavía se siguen dando clases en sus aulas, pero no sería un mal emplazamiento para un museo (que no se entere la baronesa thyssen :-) Existe el proyecto de ubicar aquí la nueva Facultad de Bellas Artes de Málaga.




























Despacho del director.














Aula Severo Ochoa.