domingo, 24 de febrero de 2008

Mamá, háblame de la guerra.



Caen las bombas sobre Málaga. El “zapatones”, como los malagueños conocían al hidroavión de los nacionales, visita cada mañana la ciudad adormecida, con su carga mortífera, destruyendo fábricas y almacenes, pero sin temor a bombardear a la población civil, matando a miles de inocentes. Lo hace a la salida del sol, cuando la luz cegadora impide hacer puntería a las baterías antiaéreas.

Nadie imagina el dolor y sufrimiento que causa una guerra, hasta que la padece en persona o en sus seres queridos. En este caso mis padres, antes de que yo naciera, pasaron los peores años de su vida durante la guerra civil española iniciada en 1936.

Cuando se inició la contienda mi madre tenía 5 años y mi padre 6 años. Muchos niños como ellos murieron en esa guerra. Ellos tuvieron la suerte de sobrevivir, y gracias a esto muchos años después pude enterarme del horror de aquellos tiempos de labios de mi madre. Desde que tengo conciencia de mis recuerdos, ya muy pequeño, me sentaba junto a ella, o en sus brazos, y dejaba que me relatara sus experiencias de aquellos años, preguntando sin parar sobre cada detalle.

Lo curioso es que empezó como una especie de juego, que con el paso de los años fue dejando su poso de amargura, de pena por el sufrimiento innecesario de tantos inocentes, a medida que iba tomando conciencia de la realidad de aquellas fábulas. Ella siempre intentaba contar su historia con toques de humor y anécdotas divertidas, como si todo lo vivido fuera una aventura extraordinaria. Supongo que le daba miedo transmitir el horror que se traslucía de sus palabras.

Así, en mi cerebro de niño, yo iba imaginando los bombardeos, los fusilamientos, el exilio, la represión, a partir de breves pinceladas que conseguía de aquí y de allá, contadas por testigos tan cercanos como mis padres o mis tíos. Por supuesto, nada de lo que me contaban estaba en los libros de texto ni se enseñaba en ningún colegio, y quizás se pierda para siempre en el olvido a medida que ellos vayan desapareciendo.

Lo más probable es que la realidad fuera más terrible, ya que los años y la memoria suelen suavizar los hechos, amortiguar el dolor del recuerdo. Ahora me doy cuenta que para mi madre hablarme de sus experiencias suponía una especie de terapia, una forma de liberarse de ese dolor que seguro sigue grabado en ella tantos años después.

Ver: Recuperación de la Memoria Histórica.
Ver: Testimonios.

El buque canarias, responsable de los bombardeos sobre Málaga.

No hay comentarios: